Autor: Juan Bautista Corbera 1518
Estructura: Consta de 9 arcos rebajados de 14,50 a 14,75m de luz, sobre 8 pilas de 3,2 a 3,6m de espesor, con tajamares triangulares en forma de cuña, que habilitan descansaderos en la calzada, de perfil muy acusado
Materiales: Piedra de sillería
Tipología: Bóvedas escarzanas
Número de vanos: 9 de luces entre 14,5 y 14,75m
Longitud: 159m
Anchura: 11m
Presupuesto: Desconocido
Reformas: Las actuaciones sobre el puente más señaladas fueron, en 1808, se desmontaron los miradores para garantizar la defensa de la ciudad frente al invasor francés, en 1987 se actuó de urgencia sobre unas dovelas en algunos arcos que se habían desplazado, en 2005 se realizó una restauración conjunta con el puente de la Trinidad, cosiendo las grietas que habían aparecido con anclajes de fibra de vidrio y se repusieron los apartaderos desmontados en 1808, en 2012 se peatonalizó el puente, cambiando el pavimento, gracias a la apertura del Pont de Fusta, que permitió desviar por el mismo el tráfico rodado
IMD: Puente peatonal desde julio de 2012
Localización del Puente de Serranos en Google Maps
Situado entre los barrios de Morvedre y el Carme y la Seu, comunica, por la margen derecha, la calle del Conde Trénor, en paralelo al cauce y el carrer dels Serrans, en la dirección del puente y por la margen izquierda, con la calle Guadalaviar y la calle La Trinitat, en paralelo al cauce y la Plaza de Santa Mónica y la calle Sagunto
El puente de Serranos es el segundo puente más antiguo de la ciudad y quizás el más significativo de los cinco puentes históricos con que cuenta la ciudad a día de hoy. Enfrenta a las Torres de Serranos y podríamos decir que las mismas le han quitado protagonismo, pero hay que ver la obra en su conjunto, torres y puente, para admirar uno de los ejemplos de arquitectura gótica más relevantes de la ciudad.
La historia de este puente es muy larga y quizá no sea correcto hablar de un único puente, si no de los muchos puentes que han compartido la ubicación del actual y que han sucumbido a las embestidas de las temibles avenidas del río Turia, siendo reconstruido una y otra vez hasta el puente que nos ha llegado en la actualidad.
Según las diversas fuentes, recogidas en la tesis de la doctora Ángeles Rodrigo, no existen documentos que nos puedan atestiguar cómo era el puente en la época romana, en la visigoda o en la musulmana, en la que se empieza a conocer como Al-Qantara que significa el puente, lo que podría significar que era el único existente, siendo los demás probablemente meras pasarelas de madera. Ya en la época cristiana, el puente cambió de nombre, al igual que la puerta con la que enfrentaba, por Serranos, ya que era el acceso por el que llegaban a la ciudad los habitantes de la serranía de Teruel.
Se puede suponer que ya en la época romana el puente era de piedra o cantería, por la técnica que empleaban los romanos para la construcción de estas obras, pero no hay ningún documento que lo pueda confirmar. De lo que sí hay constancia es de las avenidas, algunas catastróficas, que tiraron el puente una y otra vez. La primera avenida importante de la que hay constancia, es la de 1088, que derribó el puente, posteriormente hay registradas avenidas que causaron daños al puente, en 1321 y 1328.
Se tiene constancia de que en 1349 se decide construir el puente todo de piedra, pero no se sabe si llegó a concluirse, ya que en la riada de 1357, desapareció de nuevo, siendo reconstruido nuevamente. Durante todo el siglo XV, las referencias que se encuentran son todas de reparaciones en el puente, por distintos motivos, bien por desperfectos, bien por engalanamiento para las visitas reales. Finalmente, la gran riada de 1517, que destruyó completamente el puente, provocó la decisión de la Junta de Murs i Valls, de construir un puente suficientemente robusto para aguantar futuras avenidas y en apenas un año el puente estuvo terminado, siendo el constructor el picapedrer Juan Bautista Corbera, habiendo llegado como lo conocemos, hasta la actualidad. Se tomó como modelo el puente de la Trinidad, que existía en aquel momento, siendo por tanto el más antiguo de los puentes históricos de la ciudad.
El puente consta de 9 arcos escarzanos, apoyados perpendicularmente en ocho robustas pilas de unos 3,5m de ancho y en los dos estribos laterales del río, con luces entre pilas de unos 14,5m. La piedra es de la cantera de Rocafort. A ambos lados de cada pila, salvo en la número siete, aguas abajo, contando desde la margen derecha, existen unos tajamares angulares, de perfil muy acusado, que llegan hasta la altura del tablero, superando el tímpano. Encima de estos tajamares existen unos apartaderos o miradores, salvo los dos primeros (uno a cada lado), en los que el tajamar alcanza la altura del pretil. Hay por tanto, 15 tajamares y 13 miradores. A ambos lados de cada tajamar, existen unas gárgolas para la evacuación de pluviales desde el tablero. El pretil del puente es de sillería, con una altura media de 1,1m y un ancho de 40cm. El puente tiene una longitud de 159m y un ancho de 11m.
Sobre el tímpano, recorriendo el puente en toda su longitud, incluyendo los tajamares que tienen apartaderos, se sitúa una moldura con goterón de 20cm de alto. El puente tiene un ligero peralte, siendo la parte más baja, un metro aproximadamente, la margen izquierda, respecto a la margen derecha. En el centro del puente, la diferencia de altura, respecto a la margen derecha, es de aproximadamente medio metro.
Aguas abajo, en la ribera derecha, hay una amplia rampa para descenso de carruajes al cauce y en la ribera izquierda, aguas arriba, hay una pequeña escalera de piedra para descenso también al cauce. Sobre el puente, en distintas épocas, existieron, sobre el primer tajamar, unos casilicios, en los que estuvieron instaladas primero una cruz y posteriormente distintas estatuas, que fueron derruidas y arrojadas al río en 1808, así como se desmontaron los miradores, durante la Guerra de la Independencia, para evitar que el invasor utilizara ese espacio para colocar artillería con la que atacar la puerta de Serranos. En el grabado de la ciudad del artista holandés Van Den Wijngaerde, que refleja la Valencia de 1563, se puede apreciar el puente completamente construido, con sus miradores angulares.
Sobre el puente se han realizado distintas actuaciones a lo largo de los tiempos para asegurar su mantenimiento, siendo las más recientes e importantes, la de 1987, en la que se repararon algunas dovelas de los arcos, que se habían deslizado, la de 2005, de restauración conjunta de los puentes de la Trinidad y de Serranos, devolviendo al puente su aspecto original, reponiendo los miradores que se habían desmontado en 1808, cosiendo las grietas que habían aparecido, con unos anclajes de fibra de vidrio y por último, la peatonalización del puente en 2012, con la apertura del Nou Pont de Fusta, que permitió desviar el tráfico rodado por este nuevo puente, el último de los que se han construido sobre el viejo cauce del río Turia en la ciudad de Valencia.















